domingo, 20 de julio de 2008

"El Caballero de la noche": una extraordinaria película



Antes de hacer una análisis de la película quisiera remarcar algo: mi entusiasmo por la película no se debe a mi simpatía por Batman, el más oscuro de los superhéroes. Es más, hasta antes de esta película consideraba a Christopher Nolan como un director talentoso pero sobrevalorado, con películas interesantes pero que terminaban decepcionando por distintos motivos que no es necesario mencionar en este post. Entre esas películas que consideraba fallidas estaba Batman Begins, la antecedente de El Caballero de la Noche.

El Caballero de la Noche es una de las películas más desconcertantes y extrañas que haya producido Hollywood, esa industria que se dedica a crear películas en serie, como si de carros se tratara. En los últimos años se dedicó a explotar sin creatividad ni riesgos la pródiga veta de los cómics, en especial a los superhéroes, esos paradigmas que se pueden rastrear hasta la antigüedad, cuando se creaban mitos sobre hombres casi divinos a la que la humanidad debía su condición. Superman, el Hombre Araña, Hulk, etc., pasaron con mayor pena que gloria en las pantallas, ya que los realizadores apostaron por las ganancias fáciles, fabricando productos superficiales, sin el mayor vuelo intelectual apostando por el entretenimiento fácil y calculado. Sin embargo, esta película sobre Batman es todo lo contrario: es una película sumamente inteligente, que reflexiona sobre el orden, la moral y la cordura, que no subestima al espectador en ningún momento y que tiene un final que está lejos de ser el previsible final feliz de las películas hollywoodenses. Y con estas "extravagancias" la película ha resultado ser uno de los mayores éxitos comerciales de la historia. Hollywood se ha equivocado al menospreciar a sus espectadores ofreciéndole productos que en su mayoría
parecen estar dirigidos a personas con bajo coeficiente intelectual.

Este Batman supera a todas las películas que sobre el justiciero nocturno (lo que es una hazaña, ya que Batman Returns de Tim Burton es una maravilla) porque es la más compleja, la más oscura y la más intensa. Nolan comenzó con pie débil su incursión en Ciudad Gótica, porque Batman Begins pecaba de expositiva, aunque lograba un intenso retrato de Bruce Wayne (logro que en parte se debe al notable actor Christian Bale), el hombre atormentado que hace justicia por encima de la ley. Pero la oscuridad del personaje y de la cinta se perdía cuando Wayne-Batman lograba superar sus traumas y sus dudas al final de esa cinta. En la secuela todo eso desaparece. Las dudas se vuelven a imponer sobre Batman y esta vez no se van. Su justicia se impregna de oscuridad al traspasar sus propios códigos éticos aunque no los olvida totalmente. Y este vez la película no se centra en el héroe, sino que también se enfoca en un villano de antología, sin duda una de las mayores creaciones cinematográficas: el Guasón de Heath Ledger.



Qué cruel se nos hace ahora aceptar la partida del joven actor australiano, que ya nos había dado muestras de un inigualable talento en la conmovedora Brokeback Mountain, pero que en esta película logra la actuación de su vida, corta pero que será inolvidable por este papel. El Guasón que compone está más allá todo; parece un ángel caído, con una prédica torcida y enfermiza. Su fortaleza radica en ello, está más allá de lo físico, como el mismo dice con unos pocos tanques de gasolina logró poner a sus pies a una ciudad con millones de habitantes. Es como uno de los terroristas que con unos cuchillos derribó el World Trade Center, ya que sus objetivos no están en el orden de lo terrenal: el busca crear un mundo anárquico, una antiutopía, el lleva el símbolo del mal y por eso mismo no se lo puede destruir. Solo se lo puede destruir con una cuota mayor de maldad y eso no es posible para Batman que se acerca a ello pero que no logra cruzar completamente la frontera oscura.

El que sí se contagia sin remedio de la maldad y la locura del guasón es el trágico Harvey Dent (un magnífico Aaron Eckhart). La personificación de la honradez, la honestidad y la decencia cae rendido ante el ensañamiento del mal, es el reflejo inverso de Job, ya que cae y con él todas las esperanzas de un nuevo amanecer en Ciudad Gótica. El nacimiento del Dos Caras es el triunfo del Guasón sobre Batman y el comisionado Gordon (interpretado soberbiamente por Gary Oldman), los dos únicos pilares de rectitud de ciudad Gótica que deben apostar a la mentira para que no sucumban las esperanzas.




Sin duda El Caballero de la Noche es una de las grandes películas que hablan sobre la naturaleza del bien y el mal. Me recuerda en cierta medida a esa gran obra maestra de Orson Welles, Sed de Mal, y sin duda supera a esa buena película llamada Sin lugar para los débiles. El Caballero de la Noche deja una sensación de malestar, pesadumbre e inquietud, y sin duda quedará como una de las películas más negras y perturbadoras de la historia.

La película acierta casi en todo. Desde el magnífico guion, la fotografía hasta la banda sonora. Nolan ha inscrito un capítulo mayúsculo en el cine americano de los últimos años y ha demostrado que es un nombre que hay tomar en cuenta. Es hora de que Hollywood deje de confundir entretenimiento con estupidez y siga el ejemplo de esta película y arriesgue en sus próximas producciones.

Caeiro


miércoles, 11 de junio de 2008

Libro recomendado: "Blanco es el sueño de la noche"

Hace pocos días se presentó el poemario Blanco es el sueño de la noche, el ultimo libro de la poeta peruana Lena Retamoso. Después de cinco años de silencio podemos afirmar que la voz de Retamoso toma más cuerpo aunque toma cierta distancia de Milagros de Ausencia, su anterior poemario.

En su ópera prima, Lena Retamoso se distinguía por un erotismo fino, sutil e inocente, propio de aquel que descubre su sexualidad. También estaba la visión de alguien atada a la materia que buscaba trascender las formas corpóreas para asir instantes inefables y reveladores presentes en el arte (el cine y la literatura, por ejemplo), el tiempo, la naturaleza y las mismas personas. Ahora Retamoso, si bien no cesa en su búsqueda, sabe que los hallazgos y encuentros no son milagros que deparan pureza o tranquilidad, sino que estos pueden ser tan espantosos y agobiantes como la realidad más áspera. Encuentros con bichos en la cama, bestias desdentadas la locura, la anomalía forma parte de sus nuevos encuentros. Retamoso escribe: en cualquier momento/ me encontré cavilando frente a un estanque/ en el asiento más desolado de un tren/ o tal vez meditando antes de dar el gran paso de mi vida (Mariposa Nocturna). Su búsqueda es la búsqueda del hombre que está condenado a ser como lo ejemplifica la cita que hace Retamoso de Borges: "¿Qué es el insomnio? ... es el horror de ser y seguir siendo, es el alba dudosa". Para Retamoso el hombre es un animal insomne.

Blanco es el sueño de la noche es un poemario más pretencioso que el anterior: está dividido en seis partes: Blanco, Sueño, Locura, Anomalía, Noche y Blanco. Es un viaje que termina en el lugar de partida pero que deja al viajante una experiencia que no le permite regresar como era antes. Además tiene un inusual ¿prólogo? del reconocido académico Jorge Wiesse titulado Despojos de la diosa ambarina (Diccionario mínimo), que rivaliza en calidad poética con la autora, aunque quizá peque por eso mismo. Por otro lado, la autora utiliza el espacio que le proporciona la hoja para mover la palabra escrita como fichas de dominó más que logrados ejercicios de complementación visual como lo hacía Apollinaire o Eielson (ambos muy conectados con las artes plásticas). No era necesario jugar con la disposición de las palabras porque la poesía de Retamoso no lo necesita y al final el acabado queda como ejercicios onanistas y autocomplacientes. Pero este error (quizá debido a la juventud de la poeta) no menoscaba un libro complejo y visceral al mismo tiempo, que nos regala en cada página, en el peor de los casos, algunos versos memorables como: blanca la piel que descubre al horizonte abandonarse en sus contornos/ blanco el grito de Narciso frente al espejo/ blanco el día en que tu cuerpo/ hace de mis espinas un racimo de flores/ blanco el deseo que al amante su voluntad lacera/blanca su impaciencia de ola tras ola/ blanca la distancia entre la tierra/ y los magos que pueblan el cansancio de sus pies en el cielo.

Este poemario confirma el talento de Lena Retamozo y esperemos que llegue a su madurez poética para esperar obras maestras.


Caeiro

Nota: Les trascribo en su totalidad un poema de Retamoso que rinde tributo a Federico García Lorca y su extraordinario Diván del Tamarit.

Casida del sultán

sultán

como extraño tu olor a agitación de niño

a chubasco perdido entre explosión de orquídeas

extiende tus manos sultán y que yo pueda emerger de la manta que te eleva

devuélvele al sol el ardor con que tu deseo suele arremolinarme

cava el espacio entre mi olvido y tu extasiada rendición

con diligencia ciega empárate al manar infinito de las hormigas

mana en mi decisión de alejarme de ti

hasta que la distancia caigan las fronteras como gajos de lepra

mana en el tiempo

que los segundos salgan enardecidos de sus celdas y se estremezcan

en el escarpado sendero que horada todo vivir vano


dulce duende

sultán de sueños

atropella mi llanto con tu látigo

que mis lágrimas se crispen y pueda embellecer tu sombra con su húmedo clamor

y las aceras erguir como interminables alientos exhaustos

abandónate

envuelve tu carencia con la fragua mustia que anida la neblina

y sienta al olvido en tus entrañas

como una vez también

sin previo aviso

me aposentara yo


sultán empieza mi destrucción desde el instante en que posees mis pies

en que tu beso los cobija dentro de su mezquita de lenguas supremas

tus prendas diamantadas me acarician con la felicidad de los colores en las velas

con el gemir de innumerables cuculíes sin sueño


sultán

desde esta ventana

con las manos en el pozo del llanto

y los pies entumecidos en la morada de tus últimas huellas

he de permanecer

hasta que en los bordes de mi lengua infértil vea surgir tu marea

tu saliva de barca

la bruma que corre inadvertida en la osamenta de los lápices

la tinta

esparciéndose

en la palabra


domingo, 1 de junio de 2008

El cine de Alejandro Jodorowsky

Una de las escenas de La Montaña Sagrada.

El cine de autor es una etiqueta que muchos consideran como la máxima categoría dentro del cine. Las películas de Truffaut, Bresson, Bergman, Fellini, Antonioni, Cronenberg, Lynch, entre otros auteurs son consideradas como un cine personal y original, y por lo tanto, para muchos, el ejemplo a seguir si se quiere hacer un cine de extraordinaria calidad. No voy a refutar esa idea usando como ejemplo las grandes cintas del cine de género (que sigue parámetros prestablecidos y que por eso supuestamente deja poco espacio para la creatividad del director) sino el mismo cine de autor: hay universos fílmicos que son deleznables, como el del argentino Eliseo Subiela, o el mítico Ed Wood (aunque no lo crean puede ser admitido como un autor, ya que escribía y dirigía sus películas, además que tenía una visión esperpéntica que es común a todas sus películas). El chileno Alejandro Jodorowsky es, sin duda alguna, un cineasta de autor, pero esa condición no lo hace necesariamente un genio. Su obra fílmica genera una reñida polémica entre los que lo odian y lo aman.

He visto las 4 películas que Jodorowsky considera completamente suyas: Fando y Lis (1968), El Topo (1970), La Montaña Sagrada (1973) y Santa Sangre (1989). En todas ellas encontramos algunos elementos comunes y que son indistinguibles al chileno: un amplio abrazo al misticismo y un menosprecio al materialismo, reflejada en imágenes grotescas (no importa filmar la deformidad ni la fealdad del cuerpo o materia ya que lo que importa está dentro o, en algunos caso, fuera de ella) trastocadas con atmósferas lisérgicas y surrealistas (no necesariamente son excluyentes, no olvidemos que los surrealistas experimentaron antes con alucinógenos para distanciarse de una mente dominada por la razón y explorar el inconsciente). Pero quizá lo que más llama la atención sea esa condición de predicador que Jodorowsky (que también actúa en alguna de sus películas) se autoimpone. Para entender completamente su cine no podemos obviar su otro oficio (el chileno es multifacético y es desde poeta hasta lector de tarot): el de psicomago, es decir una suerte de chamán combinado con psicoanalsita. La psicomagia, creada por él mismo, trata todo tipo de neurosis (no recuerdo en este momento si Jodorowsky llamaría así a los trastornos de la mente) mediante la representación física de los sueños de sus pacientes, lo que lleva a montajes realmente absurdos o inefables en el mejor de los casos. La psicomagia, es sin duda, una de las fuerzas motoras de su cine.

Fando y Lis


¿Pero es logrado el cine de Jodorowsky? Muchos cuestionan el carácter aleccionador de su cine que trata de convencer al público las estrafalarias creencias de Jodorowsky. Eso no me parece un argumento válido ya que el cine ha dado muchos ejemplos de cintas propagandísticas o aleccionadoras que son obras maestras, como las del cine formalista ruso para solo mencionar un ejemplo. Lo que sí puedo decir que a Jodorowsky se le pasa la mano en sus filmes y convierte algunas escenas en pasajes dignos del peor libro de autoayuda. El Topo, quizá el western más atípico de la historia del cine, que me parece una película lograda, peca de momentos insoportables, como cuando el Topo se convierte en una suerte de predicador y se compara a los profetas biblícos y al mismísimo Jesús. La Montaña Mágica, su película más famosa, me parece un rotundo fracaso, ya que Jodorowsky nos ofrece un sermón de de 2 horas, que por momentos llega a ser francamente abominable. El lado menos atractivo del cine de Jodorowsky es cuando este olvida su condición de cineasta y se convierte en gurú.

Lo que salva a Jodorowsky es su innegable talento para crear imágenes sobrecogedoras y sorprendentes así como diálogos e historias originales y atractivas, si es que dejamos de lado sus arrebatos de predicador barato. Fando y Lis, la historia autodestructiva de dos amantes en peregrinación, tiene un comienzo excepcional, con Lis comiendo flores (fin de la adolescencia y virginidad) para dar paso a las primeras palabras que se escuchan de la obra: "Yo, un día me moriré y nadie se acordará de mí". No menos excepcional es el comienzo de El Topo, donde vemos a un atípico pistolero cabalgar en el desierto con un niño desnudo entre sus brazos para que luego el pequeño entierre el retrato de su madre y su más preciado juguete. Como dice el jinete después de que el niño realiza esa acción: "ahora eres un hombre". Las películas de Jodorwsky contiene un número grande de escenas estimulantes donde todo los detalles triunfa desde el encuadre hasta el sonido. El problemas es que estas escenas no están completamente bien articuladas (Fando y Lis, por ejemplo, un poco mejor El Topo).


Santa Sangre, la mejor película de su director.

Pero Jodorowsky tiene al menos una joya. Santa Sangre es una gran película, a pesar de que contiene los aspectos negativos de la obra de jodorowsky, pero esta está más contenida y en dosis menores. Santa Sangre recicla el cine de suspenso, el cine de teror, la comedia e incluso el gore, de la forma menos esperada pero acertada. Es la historia de un serial killer, similar al Norman Bates de Psicosis (Fénix, el personaje principal, mata mujeres por los mandatos de una madre perversa y dominante) pero trastocado en el mundo circense, similar al de Fellini (dicho sea de paso, el cine del italiano ejerce cierta influencia en el acabado visual de Jodorowsky). Santa Sangre es la película más compleja de su autor (si exceptuamos la nefasta La Montaña Mágica) que contiene alguna de las escenas más conmovedoras e inquietantes que haya dado el cine. Pero no es una obra maestra.

En síntesis, puedo afirmar que Jodorowsky es un cineasta singular y digno de ser visto (incluso en sus peores momentos) con un filmografía bastante irregular pero lo suficientemente estimulante como para ser tomado en cuenta. Ni genio ni farsante creo que Jodorowsky pudo haber aportado más si hubiera dejado de lado su chamanismo para ser un artista completo. ¿Pero eso nos hubiera privado de las escenas más desconcertantes que haya dado el cine? Posiblemente. Entonces me inclino a decir, sin mucha convicción y a baja voz: viva Jodorowsky.

Caeiro

La secuencia inicial de El Topo

miércoles, 23 de abril de 2008

Luz silenciosa


Carlos Reygadas, el director de esta película me parecía un artista prometedor. A pesar de que su primera película, Japón, me parecía francamente insoportable, reconocía que había algunos momentos magistrales y que el hombre tenía una extraña sensibilidad, un poco afín al del extraordinario cineasta ruso Andrei Tarkovski. Su segunda película, Batalla en el cielo, me pareció más lograda que su predecesora, aunque seguía cojeando del mismo pie: el excesivo ego del director, que trataba de contar o simbolizar todo; el resultado era un enredo, brillante sí, pero que no lograba despeguer por el nudo de las pretensiones. Escenas brillantes se intercalaban con escenas disparatadas. Aún así Batalla en el Cielo era una película estimulante.

Finalmente Reygadas lo hizo. Acaba de perpetrar un película memorable que confirma su talento. Luz Silenciosa
es una de las mejores películas latinoamericanas de los últimos años. El director, esta vez contenido, retrata la historia de un adulterio dentro de una comunidad menonita en México. La espiritualidad, presente en los anteriores trabajos de Reygadas (lo que lo emparente con directores disímiles como Tarkovski, Bresson o Dreyer) es aquí el tema principal: la irresistible atracción de Johan (Cornelio Wall) hacia Marianne (María Pankratz), a pesar de que está casado desde hace años con su leal Esther (Miriam Toews), mujer que le ha dado numerosos hijos. Este ilícito romance lleva a Johan a preguntarse si es designio de dios o el diablo, mientras da riendas sueltas a su desenfrenada pasión que destruye a los partícipes de este triángulo.

Como dijimos, el punto de vista de Reygadas es espiritual, o mejor, místico. La pasión no está retratada con la exultación de los amantes hasta el paroxismo, sino con la serenidad propia de los miembros de esta comunidad alejada de la civilización. Es por eso que la naturaleza juega un papel importante, ya que los personajes viven bajo los designios de ella, que representa la presencia del Dios Todopoderoso del que ellos creen. La secuencia inicial y final, que retrata un periodo cíclico (propio de las civilizaciones antiguas) nos habla de la imposibilidad de escapar de estos hombres, y sobre todo sus protagonistas, de Dios.

Johan nunca duda de Dios pero le desconcierta la naturaleza del amor hacia su amante. Reyagadas lo filma como si se tratara de un acto místico (es soberbia la escena donde cae una hoja dentro de una habitación) y no hubiera pecado en él. Sin embargo, las consecuencias son aparentemente nefastas. Es aquí donde entra a tallar la figura de Dreyer y, sobre todo, de Ordet, su obra maestra. En Ordet, la locura de uno de los personajes remite aparentemente un mal, al igual que la relación extramarital de Johan y Marianne. Sin embargo, al final ambos terminan por revelar el carácter sagrado de ambas y terminan por realizar un milagro (que no revelaré, pero que en ambas películas remite a lo mismo). Además están las citas a esta película de Dreyer, desde la vida campesina, familiar hasta detalles como el reloj de la casa.

¿Algo que reprochar? Reygadas habla de su oposición a utilizar actores profesionales. Sin embargo, en algunos casos debió cuidar el rendimiento de sus actores, como es el caso de Peter Wall que hace del padre de Johann, que tiene una sonrisita todo el tiempo (que me hizo recordar a Pyle de Nacido para Matar) y que a veces ve a la cámara, e inclusive le parece guiñar. Pero en líneas generales, el reparto cumple su función con creces.

La promesa Reygadas se ha cumplido. Por más que no vuelve a repetir esta hazaña podrá sacar a la luz esta cinta y dejar callado a aquéllos que duden de su talento. Pero esperemos que realice otra película de similar factura ya que Latinoamérica necesita filmes de esta calidad.

Caeiro

miércoles, 9 de abril de 2008

El Sr. Burns: el personaje que Savater ignoró


En el excelente libro de Savater, Ética para Amador, el filósofo español da enseñanzas de ética a su hijo adolescente, a la vez que lo hace a jóvenes de esa edad. Por ese motivo no se le puede exigir al libro rigor filosófico o el lenguaje denso que a menudo puebla esta disciplina ya que opta por la accesibilidad para que pueda ser comprendido por adolescentes y personas que no están familiarizadas con obras filosóficas.

Sin embargo, hay puntos objetables en este libro. Savater nos habla del buen vivir y que para ello es necesario tomar en consideración que somos seres que vivimos rodeados de semejantes, y que por lo tanto debemos tratarlos como tales para alcanzar nuestros objetivos o metas finales. De los ejemplos que nos pone, destaca el ciudadano Kane, un hombre que vivió para su fortuna y que para alcnzar sus metas utilizó a las personas que vivían a su alrededor como meros objetos. Al final, como ustedes sabrán, Kane muere solo, abatido por la tristeza y decepción, añorando su infancia, el único momento de su vida que conoció el calor humano.

¿Pero todos los humanos que sigan el ejemplo de Kane terminarán así? Yo pongo como ejemplo al Sr. Burns. Este personaje es feliz donde Kane era infeliz. Es más, si su maldad se incrementara él sería más feliz. Algunos me dirán que eso no es cierto, ya que hay capítulos donde vemos al Sr. Burns necesitado de reconocimiento y cariño de los demás. Pero son excepciones, como cuando vemos al beato de Flanders renegando de su condición de devoto creyente. El Sr. Burns no necesita el calor humano para ser feliz y él, por lo tanto, no siente ni remordimiento ni incomodidad en tratar a los demás como objetos.

Algunos dirán que un Burns es imposible de existir y que solo puede pertenecer al mundo de las caricaturas. Yo digo que la humanidad es tan amplia y diversa que pueden existir varios Burns. Por ejemplo, no creo que los empresarios multimillonarios que promovieron la invasión a Iraq para aumentar sus ya exhorbitantes ingresos estén muy alejados del Sr. Burns. Es más, creo que los superan en maldad ya que no solo tratan al ser humano como objeto, sino que lo rebaja hasta la nada más absoluta; sino miren como son indiferentes a las muertes de niños, mujeres y ancianos iraquíes.

El hombre es un ser difícil de definir. Como dijo Unamuno, toda idea de hombre se convierte inmediatamente en un no-hombre, ya que esta omite todas los sentimientos, contradicciones y particularidades de cada ser humano. Savater, que retoma lo que Sartre sostuvo, afirma que el hombre es un ser condenado a la libertad. Pregunta: ¿Un esquizofrénico de tipo catatónico es libre? ¿Lo que le pasa no lo somete al punto de que no puede tomar decisión alguna? Puedo nombrar otros casos extremos de personas cuya libertad se ve vulnerada por la enfermedad, algunos de ellos fueron exterminados por los nazis, ya que no se les consideraban como seres humanos.

En fin, creo que todo intento de definir al hombre acabará en una reducción que siempre omitirá algo. Sin embargo no creo que estos intentos sean vanos, ya que son necesarios, sobre todo en el campo de la ética, tan importante, sobre todo en estos días que se ha perdido el rumbo, ya que tenemos a personas de la calaña de Bill Gates como paradigma a seguir. El trabajo de Savater no es vano, y es tarea de nosotros, como seres libre pensantes (por favor, hay que ejercer esta función) llenar los vacíos que puedan existir en cualquier obra.

Caeiro



sábado, 5 de abril de 2008

Mis cinco películas favoritas de Zombis


Hace unos meses hablé sobre la conversión en el imaginario popular sobre los zombis, gracias a la reinterpretación hecha de estos seres por George Romero. En una respuesta sobre aquel artículo prometí que iba a volver sobre el tema, esta vez para hablar de mis películas favoritas de zombis, que son mis monstruos favoritos en el cine de terror. Sin preámbulos aquí va mi lista en orden de preferencia:





1) El amanecer de los muertos (1978) de George A. Romero

Es, a mi parecer, la obra maestra de este subgénero pletórico de sangre y vísceras. Pero el deleite que nos proporciona las mutilaciones o la antropofagia no es gratuito, como muchos detractores del gore sostienen y cuyas objeciones pueden alcanzar a esta película de terror. La fruición de ver cuerpos cercenados en El amanecer de los muertos responde a una visión catastrofista de la realidad, un anatema feroz contra el orden establecido. Romero, el gran artífice de este subgénero, cuestiona despiadadamente el consumismo que lleva al hombre a ser solo un cuerpo con un cerebro atrofiado o casi inerte que piensa solo en comprar… de alguna forma no tan lejana a los zombis que solo piensan en comer hombres.

El filósofo francés Gilles Lipovetsky sostiene que: La sociedad hipermoderna está centrada en el presente, el tiempo libre, el consumo. Todo eso está reflejado en esta película, donde la supervivencia de los personajes que se encierran en un supermercado para sobrevivir al asedio de los zombis se convierte en una actividad placentera debido a los objetos que los rodean, desde muebles confortables hasta juguetes, sin tomar en cuenta el futuro (que es incierto). La destrucción de este grupo llega por el apego que llega a sentir uno de los personajes por esta vida de lujos a pesar de que la muerte lo rodea. El consumismo y el lujo anestesian a los hombres y los vuelve poco menos que zombis. Pero aquí no hay peroratas ni discursos explicativos, todo se desprende de un argumento inteligentemente estructurado y una puesta en escena eficaz, sin la parafernalia visual que distrae al espectador, como sucede con la mayoría de las producciones hollywoodenses de hoy.

Esta película, como toda obra maestra, se presta a múltiples interpretaciones. Yo apenas he tocado la punta del iceberg.






2) Caminé con un zombi (1943) de Jacques Tourneur

Antes de Romero, los zombis en el cine eran similares a su fuente de inspiración: las leyendas haitianas y africanas que hablaban de muertos que resucitaban para estar a las órdenes de su amo, quien generalmente era la persona que efectuaba la resurrección. Es decir, estas películas de terror apelaban al pensamiento mágico-religioso (las de Romero y las películas que siguieron apostaban por un pensamiento racionalista), el más arcaico pero que aún sigue teniendo vigencia.

De todas estas películas, la mejor es, de lejos, Caminé con un zombi, quizá la más poética que se haya hecho sobre este subgénero. Una enfermera (la mítica Frances Dee) viaja al caribe para atender a la esposa de un magnate que está afectada, aparentemente, por la locura. Sin embargo, poco a poco descubre que la señora está presa por un conjuro irreversible: ella es la zombi del título. El relato que aparentemente es convencional, esconde el miedo al deseo sexual, al pecado, la lujuria. La puesta en escena es la que la hace explícita con una jungla obscena y un esclavo zombi que tiene una evidente forma fálica. Es también una historia de aprendizaje para la enfermera, que más allá de experimentar el terror descubre su naturaleza sexual y los castigos que conlleva reprimirlos y trasgredirlos. Hermosa película a pesar de su contenido que, dicho sea de paso, haría las delicias de cualquier psicoanalista.





3) La noche de los Muertos Vivientes (1968) de George A. Romero

Esta película representa el segundo nacimiento de los zombis en el cine. Si otros monstruos como la criatura creada por Frankenstain o El Hombre Lobo entraban en decadencia, Romero revitaliza el género de los zombis modernizándolos: siguiendo la frase de Goya -los sueños de la razón produce monstruos- Romero crea zombis que nacen producto de la tecnología.



Algunos sostienen que el origen de los zombis de Romero es incierto, pero no olvidemos que una escena de la película afirma que la posible aparición de los muertos vivientes se deba a una radiación producida por un satélite que era enviado al espacio. La carrera espacial, tan en boga esos días, lleva a la destrucción de la sociedad que por cierto anida en su interior las disputas que provoca su aniquilamiento. Mientras los zombis, con su parsimonia atacan efectivamente en conjunto, el grupo de hombres que se protegen en una casa caen en disputas y discordias que los ponen en desventaja ante los primitivos pero unidos zombis. Somos capaces de ir al espacio pero somos incapaces de solucionar problemas como la convivencia, esa es una de las críticas de la película.



Y nada mejor que colocar como personaje principal a un negro, quien lidera el grupo de personas parapetadas y que muere no víctima de las mordidas de los antropófagos zombis, sino de una columna de atacantes humanos que se asemeja al KKK. Nuestra tecnología ha progresado de forma más veloz que nuestras relaciones sociales.





4) Braindead (1992) de Peter Jackson

El neozelandés Jackson será recordado por la trilogía de El Señor de los Anillos, una saga satisfactoria, pero que no se compara a está desfachatada, hilarante e ingeniosa película, quizá la más pletórica en mutilaciones y sangre que se haya hecho en el género.

Este filme de zombis es una excusa para retratar el complejo de Edipo, o mejor, la madre cocodrilo del que nos hablaba Lacan. Pero por favor, por la afirmación anterior no busque ni un poco de solemnidad en este filme. Un retraído joven que creció con una madre posesiva y un padre ausente se enfrenta a una epidemia de zombis producto de un curioso mono rata que infecta primero a esa señora brutal que es su madre. Pero la sujeción a la madre es tal que el joven Lionel se resiste a ser libre y la cuida a pesar del estado en que ella se encuentra y del amor de Paquita, una joven española que la liberaría de todos sus complejos.

El vecindario no tarda en infectarse y Lionel tiene que mantener en secreto la epidemia. Esta situación produce momentos realmente jocosos, de un humor negrísimo a veces, otras apela a un humor primario y morboso, pero igualmente efectivo, donde las risas son causadas por el ataque a un bebé zombi o simplemente el cercenamiento de un miembro. Los personajes de esta película son caricaturas y el enfoque que se le da la filme no traiciona esta propuesta. Pero eso no significa que sea carente de significados profundos: más allá de la representación de conceptos psicoanalíticos hay una historia oculta (que no vamos a revelar para no estropear el significado del filme) que recorre la película y que se abre dando lugar a que Lionel pase de ser un personaje torpe (un poco a la manera de Buster Keaton) a un personaje aciago y triste, lo que vuelve su ansias de liberación en un acto de catártico. La secuencia final es de antología: pocas veces he visto en el cine una representación tan audaz e inteligente del concepto lacaniano que antes expuse.

Esta película es ineludible para cualquier amante del cine, pero están advertidos: no es apto para las personas sensibles a la sangre y al humor gore.





5) El día de los muertos (1985) de George A. Romero

No solo Romero es el padre de los nuevos zombis, también es el máximo artista de este subgénero. Esta película recibió una fría acogida por la crítica, y si bien es la inferior de hasta su entonces trilogía de zombis, no deja de ser una película muy estimulante. Esta vez el filme no tiene las mismas connotaciones que sus predecesoras, pero eso no significa que sea posible encontrar más de lo que vemos.

Antes fue el racismo, luego el consumismo, ahora esta película se centra entre los conflictos entre la ciencia y el militarismo. Y aunque muchos pueden ver una crítica despiadada al mundo militar, esa mirada inquisidora de su autor también incluye a la ciencia. Son dos paradigmas distintos que necesitan convivir por el asedio de los zombis, pero, debido a diferencias irreconciliables y absurdas, esta convivencia está destinada a fracasar.

En esta película las escenas antológicas se centran en la enseñanza y análisis de un zombi, que supera sus limitaciones para empezar a dominar sus instintos primitivos para sofisticarse poco a poco. En las películas de Romero hay una evolución en el zombi, que pasa de ser meros autómatas en busca de carne humana a seres con inteligencia básica para poder organizarse, como vemos en la fallida Tierra de los Muertos (2005). Este zombi amaestrado tiene algo de niño en su comportamiento, figura que no deja de ser bastante grotesca y conmovedora a la vez. Esta película es otro triunfo de su creador que pasará a la posteridad como un autor de culto.

Otras películas

Algunos me reprocharán que haya incluido varias películas de Romero en mi lista, pero son las que más me gustan. Otras que podría recomendar son Shaun of the Dead, que es una comedia recomendable, aunque no tiene el desenfado ni la calidad de Braindead. Las películas del italiano Lucio Fulci no me gustan mucho, sobre todo Zombie 3 que me parece un mamarracho total. La única que se deja ver es Zombie (1979), aunque me parece un poco sobrevalorada. No he visto las películas asiáticas Bio Zombi (1998) y Junk (2000), pero tienen buenas referencias. Y aunque no se trate estrictamente de zombis, son interesantes las dos películas de Exterminio (en su idioma original, 28 Days Later y 28 weeks later), aunque más por lo que proponen que por los resultados. En todo caso la segunda parte me parece más lograda que la primera y tiene un magnífico inicio.

Todavía no he visto Diary of the dead, la última de Romero que retoma a sus zombis y que, al parecer, tendrá una secuela dirigida por él mismo. Solo espero que llegue pronto a mi país para poder verla.

Caeiro


Nota: Es tanto mi entusiasmo por los zombis que estoy en arreglos para que se publiquen en este blogs unos relatos inéditos sobre zombis. Cuando se llegue a un acuerdo se informará debidamente.

miércoles, 2 de abril de 2008

La esencia del rock

Led Zeppelin, una de las mejores bandas de todos los tiempos.
Sé que es ambicioso definir la esencia del rock, pues para comenzar es necesario sostener que, en efecto, el rock tiene una esencia y como casi todo lo que existe, es casi improbable saber si algo tiene esencia. Pero este artículo no pretende tener rigor científico ni filosófico, por lo tanto solo expondré mi punto de vista al respecto. Y, sí, creo que el rock tiene algo que puede ser llamado esencia, es decir una característica particular que incluye a todos los diversos géneros que viven en ella, desde el punk hasta la música progresiva, desde el dream pop hasta el death metal.

Para empezar voy a rebatir algunos mitos del rock, los cuales hasta ahora gozan de credibilidad y se hacen pasar como esencia del rock.

El primero de ellos debe ser el de la rebeldía y el inconformismo. En efecto, cuando el rock nació sufrió una condena social, ya que asociaban a la nueva música con el pandillaje, la drogadicción y otros males sociales. Pero esta condena, como muchas otras, produjo el efecto contrario: en vez de volver impopular al género lo hizo multitudinario. Los jóvenes vieron en este nuevo género una válvula de escape a la represión ejercida por una sociedad conservadora como la norteamericana. No está demás decir que el rock jugó un papel de cierta importancia en la flexibilidad del orden social. ¿Pero esta rebeldía puede ser la esencia del rock, más aún cuándo hoy ya es aceptada? ¿Y cuándo el rock canta a favor del orden establecido deja de ser rock? Por ejemplo, ha aparecido recientemente un grupo llamado Right Brothers que promueven a viva voz el pensamiento ultra conservador e, incluso, llegan al punto de editar un tema llamado Bush was right (Bush tenía razón). ¿Deja de ser rock lo que hace este grupo? Por supuesto que no. Y no es un caso aislado. Hay muchos grupos de rock cristianos fundamentalistas, grupos de metal nacionalistas (que si bien alientan cierto grado de anarquía, como el Inner circle, también es cierto que algunas de sus prédicas harían delicias al oído de un político como Jean-Marie Le Pen) y un sinnúmero de bandas que promueven el conformismo. No hay que olvidar que hasta un icono de la rebeldía como Johnny Ramone era un ferviente conservador. Entonces olvidémonos que el rock es esencialmente inconformista.

Los Beach Boys, creadores de Pet Sound, quizá el disco más bello de todos los tiempos.

Otro mito: El rock es fuerza, energía y rabia. Como nació con esas características se cree que le son inherentes. Pero solo parte del rock es así, ya que tendríamos que sacar a millares de grupos del género, incluyendo a bandas esenciales como los Beatles, los Beach Boys e incluso a baladas excelsas compuestas por Judas Priest como Here Come the Tears, por ejemplo. El rock puede ser estridente, pero también suave, tierno, frágil o susurrante. Entiendo que haya gente que disfrute más de uno que el otro (el rock pesado que el pop o viceversa) pero eso no implica que sean excluyentes entre sí. Ambos pueden convivir sin conflictos dentro del rock.

La simplicidad del rock. Muchos críticos de rock peruanos nos hacen creer que cualquier intento por emparentar el rock con la literatura o hacer que los temas duran más de 5 minutos de duración es un sacrilegio. Es decir creen que el rock debe ser un arte que busque siempre la simplicidad, pues de cierto modo allí radica su razón de ser. Craso error. Muchos grupos y producciones han demostrado que el rock puede aspirar ser más complejo que en sus inicios. El rock progresivo (para muchos una mala palabra) es un tan valido como el punk más rústico. La calidad de un disco ambicioso se mide en relación de sus pretensiones, si es que estas se llegan a cumplir satisfactoriamente o no. Pink Floyd, Genesis, Can, King Crimson, entre otros grupos, ya nos han demostrado que es posible proyectarse a proyectos densos en el rock. Así como en la literatura hay espacio para el humilde haiku (pero no por eso inferior) y las novelas de 700 páginas, el rock también puede albergar a la música de tres acordes y los largos y virtuosos solos de guitarras. Y aquí hay otra observación que hacer: muchos cuestionan que el rock se empariente con la literatura para cobrar validez. Estoy de acuerdo que el rock no necesita de la literatura para adquirir prestigio, pero no desapruebo que se haya esta aproximación por motivos artísticos o estilísticos. Así como la misma literatura se influencia de otras disciplinas artísticas, incluidas la música y, por supuesto, el rock, lo mismo puede suceder en los ámbitos del rock. Pero eso no debe llevar a confundir las propuestas musicales: se hace música o literatura y cuando se hace música se toma prestados elementos de la literatura. De allí a que trascienda su formato musical es una cosa que no compete a la música y, por ende, al rock.

Pocos grupos han sabido combinar tan bien como Pink Floyd lo fastuoso con el rock


¿Entonces qué cosa hace que el rock pueda ser tan variado y distinto? Creo que ese es el meollo del asunto: su maleabilidad para ser transformado en varias propuestas, algunas antagónicas, pero sin perder el estatus de rock. Si cogemos un blues y lo juntamos con la música salsa es muy probable que no salga algo inefable. En cambio el rock tiene una facilidad para juntarse o fusionarse con todo, para abarcar un sinnúmero de propuestas, para ser rudo y para ser grácil, para ser simple y mínimo o complejo y extenso. La volubilidad quizá sea lo más característica del rock. Y aunque muchos solo opten por ciertas coordenadas del rock yo no dejo de disfrutar la amplia variedad que esta me ofrece, ya sea Enslaved, Opeth, Arcade Fire o Feist. Todo es válido, pero, eso sí, no todo goza de calidad. Es tarea de cada uno evaluar sus gustos pero recomendaría que evalúen todos los registros del rock, ya que se estarían perdiendo de otras propuestas que enriquecerían su vida. Y bueno no solo de rock vive el hombre y es preferible examinar otros géneros. Porque al final se trata de música


La excelente banda de black metal Enslaved

Caeiro

sábado, 29 de marzo de 2008

Libro Recomendado: "El Empalador"


Como buen hijo de Caín debo recomendar este relato publicado el año pasado por el novel escritor peruano Glauconar Yue. Y no solo por la calidad que desprenden cada una de las hojas de este fascinante libro, sino porque el joven autor (no supera los 23 años) apuesta por un género poco transitado en las letras latinoamericanas: el género de terror. Como él mismo sostiene, su obra solo puede estar emparentada por el trabajo de dos autores de estas regiones: el peruano Clemente Palma (que cultivó la ciencia ficción y el terror a principios de siglo) y el uruguayo Horacio Quiroga.

Dueño de una poderosa y perturbadora prosa, Yue en su ópera prima retrata nada menos que a Vlad Basarab III, el personaje que sirvió de modelo a Bram Stoker para crear al inmortal personaje de Drácula. Pero si bien Yue es respetuoso del mito creado por Stoker (que ha sido llevado al cine en muchas oportunidades creando una mitología que sigue vigente hasta nuestros días), reinventa a Vlad de forma acertada en su libro, lo cual es un gran logro. Pero, ¿cómo lo consiguió?

Yue humaniza a Vlad pero sin llegar al extremo realista o naturalista que impida que sea verosímil el hecho fantástico que acontece en el libro y que es un giro de tuerca con respecto al libro original. El vampirismo deja su lugar a una conspiración macabra que incluye a la enigmática Lilith (la segunda mujer en la tierra según los evangelios apócrifos) y al mismísimo Caín. Pero no adelantaremos más para no estropear la lectura a aquéllos que todavía no conocen el libro.

Este nuevo retrato funciona además porque Yue logra una atinada prosa que no cae en los arcaísmos ni en el lenguaje moderno. Por ejemplo podemos leer en el logrado inicio de la nouvelle: Los cascos del caballo resonaban sordamente sobre el camino de la tierra. A sus dos lados, el bosque pasaba de largo, espeso y oscuro en la fría noche. Sus elevadas ramas apenas dejaban pasar la blanca luz de la luna llena que penaba entre las azuladas nubes. Y cada cien metros, a modo de hito, se erguía una alta y aguda estaca de madera. En su punta, cada una de ellas tenía colgado un cuerpo humano atravesado por completo.

El universo ficcional de la novela también es otro de los puntos destacables de El Empalador, ya que mezcla episodios históricos que no están lejanos de los hechos terroríficos que plantea la figura mítica de Vlad (por ejemplo, es muy lograda la alusión a la famosa Condesa Sangriente). Quizá la única objeción que pueda hacer a su autor es la caricaturización de la primera esposa de Vlad, que comparte con él su sadismo. Le escuchamos decir frases tan trilladas como: No está demás ejecutar a un impertinente. Además, ya hace un mes que no lo hacemos. No deberíamos perder la costumbre.

En resumen, El Empalador es un notable ejercicio literario de terror que recomiendo con entusiasmo. Esperamos con ansias el próximo trabajo de su autor que espero que se encuentre en las misma coordenadas de su primera obra.

Caeiro


El joven y prometedor Glauconar Yue

domingo, 23 de marzo de 2008

Algunas razones para comer carne


Soy una persona que consume muy a menudo carne y no tengo ningún tipo de remordimiento por ello. Tengo motivos para pensar que no cometo una barbaridad al asimilar otros animales a mi organismo. A pesar de ello respeto la posición de aquéllos que por religión o ideología se abstienen de la carne. Sin embargo, no deja de irritarme a veces la posición de algunos veganistas intolerantes cuyo radicalismo se asemeja al nocivo fundamentalismo religioso. A continuación expongo mis motivos para comer carne.
1) Algunos veganistas afirman que los consumidores de carne somos asesinos ya que nuestra costumbre aniquila a seres vivos. Bueno, que yo sepa ellos también acaban con seres vivos, pues ¿qué son las plantas? ¿Son acaso seres inanimados? Creo que ellos confunden el derecho a la vida con el derecho a no padecer sufrimiento. El derecho a la vida no puede ser aplicado a todas las especies vivas del planeta ya que eso implicaría la extinción de la raza humana. En cambio sí puede ser admitido el derecho a no sufrir, entonces la posición de veganistas o vegetarianos reclacitrantes tendría más sentido. Y de ser así, una muerte indolora para los animales puede ser la solución para que el consumo de carne esté justificado.
2) Coetze dice que no consume animales porque el tipo de vida que el hombre les depara (al apiñarlos en granjas, maltratarlos, etc.) es similar al que los nazis acometieron a los judíos. Esta afirmación es cierta a medias. No soy un ciego, de modo que no ignoro que los animales que son criados de forma industrial son víctimas de algunos maltratos, pero también me parece ingenuo creer que todo lo que es vejatorio para el hombre lo sea necesariamente para los animales. Por ejemplo, en una granja de cerdos en Estados Unidos, estos animales eran tratados en buenas condiciones de tal forma que los puercos gozaban de buena salud y buen humor, a pesar de no contar con un enorme espacio. Además hay que tomar en cuenta que la industrialización de la crianza animal ha hecho que las especies animales elegidas para este proceso sean las más exitosas, es decir que cumplen a cabalidad los fines de la naturaleza que es multiplicarse. Eso se traduce en un ejemplo: unas cabras se desmayaban sin razón aparente, hasta que se descubrió que era una forma de que su dependencia del hombre sea mayor. Su carrera evolutiva ve como beneficiosa su asociación con el hombre.
3) Negar el aspecto cruel y violento del hombre es absurdo. Está en nuestra naturaleza serlo y debemos buscar canales de evacuar esa flanco destructivo de tal forma que no dañe nuestras sociedades. Creo que en cierta forma que el consumo de carne es un acto simbólico de esa crueldad arcaica que se manifiesta en la eliminación de otro ser vivo. Cada vez que nos alejamos del estado natural, la espacie humana es más propensa a sufrir neurosis o males mentales, pero se trata de un recorrido que no podemos dejar de andar. Uno de los actos que nos mantiene en contacto con el hombre natural es el consumo de carne. Creo que los monjes budistas o hinduistas que rechazan la carne se acercan más a una idea de divinidad que los aleja de la humanidad (que está intimimente ligada a su idea de rechazar el mundo fenomenológico); esta opción, obviamente no puede ser aplicado para todos los seres humanos.
En fin, a pesar de que estoy a favor del consumo de carne, creo que es condenable el padecimiento o sufrimiento que se le provoca a los animales en la mala crianza. Se debe buscar formas para que su vida sea apacible y su muerte lo más rápida e indolora posible. Pero un mundo donde todas las especies vivas coexistan en armonía es irrealizable y creo que el hombre debe manifestar su dominio de forma ejemplar.
Caeiro

martes, 11 de marzo de 2008

Sabina y Páez: ¿Genios o farsantes?

Los admiradores de Joaquín Sabina sostienen que el español es un as con la pluma y un artista entrañable, como lo es, aunque de distinta forma, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Los fanáticos de Fito Páez creen que el argentino es un superdotado, capaz de crear melodías contagiosas y eternas. En cambio los detractores de ambos no le reconocen casi ningún mérito: los que odian a Sabina dicen que es un canalla que con las justas puede cantar y los detractores de Páez afirman que sus canciones son edulcoradas y que son mala copia de los Beatles. A continuación nuestra postura sobre ambos.


Sabina: ¿el nuevo Quevedo?

En el Perú, Sabina tiene un buen prestigio, en gran medida por su amistad y respaldo por parte de la elite intelectual limeña que lo aprecia como uno más del grupo. Creo que esa valoración, hasta cierto grado, es excesiva y se debe más a la formación literaria del español, su amor hacia Lima y a las simpatías que provoca su vida bohemia que es retratada en sus composiciones.


Pero no hay que ser mezquinos: el español es hábil en articular palabras y componer rimas. Es de aquellas personas que al abrir la boca sueltan una frase ingeniosa que puede ser incluidas en un libro de colección. Pero tampoco hay que exagerar: no es el mejor letrista que haya dado el rock (algunos dirán que la música de Sabina no es rock, yo creo que sí) y a veces su intento por ser siempre ingenio socava sus composiciones musicales. Últimamente está cometiendo el error que antes bien supo evitar: no tomar en serio su vena poética. Si bien dijimos que era astuto con las palabras no tomaba con solemnidad esta habilidad. Eso lo hacía un letrista aceptable incluso carismático. Pero ahora parece que sí se toma en serio esta faceta y eso no hace más que delatar sus límites. Esta tendencia empieza desde el alabado disco 19 días y 500 noches (2000), que es para mi gusto el comienzo del deterioro musical de Sabina. Al año siguiente publicaría el poemario Ciento Volando de Catorce, que aunque aún sigue siendo socarrón es un intento de alcanzar prestigio. Este libro es fallido y muy por debajo de las mejores letras de sus canciones. Hay que admitirlo: Sabina no es el Quevedo de estos años y es mejor que mantenga ese vuelo menor que tan bien le queda. Y en esta afirmación no hay menosprecio.



El lado musical de Sabina es un punto que muchos de sus fanáticos eluden o no toman importancia. ¿Acaso lo que hace Sabina no es música? Eso debería ser lo más importante y por lo que se le debe juzgar al músico español. Creo que Sabina carece de técnica vocal y musical. Obviamente eso no es impedimento para que cante bien y haga buena música. Su voz no me disgusta y me parece aceptable, aunque no llega a tener la personalidad de Bob Dylan (de hoy en día) o Tom Waits, que serían los músicos cuyo registro de voz se le acercan. Su música me parece que es rudimentaria y casi básica. Sabina toma prestado géneros como el flamenco, las rancheras, el blues, etc., pero lo hace en un nivel bastante primario. En varios músicos esto sería lapidario, en cambio Sabina se las arregla, en sus mejores discos, para salir bien parado. Y es que la falta de pretensión de Sabina hace que sus melodías, primarias sí pero cumplidoras, sean aceptadas y aunadas con su letra mordaz se vuelvan canciones sorprendentes, algunas veces notables. A la orilla de la chimenea y Siete crisantemos son, por ejemplo, extraordinarias canciones, quizás los mejores logros artísticos del español.

Sus mejores discos en mi opinión son Física y Química y Esta boca es mía, este último quizá su mejor trabajo. Estos trabajos resumen las virtudes del español que lo lleva hasta el límite. Lamentablemente en sus discos posteriores trato de superar su cima y allí empezaron los problemas. La obra total de Sabina me parece regular, con dos discos estupendos y algunos deleznables.







Páez: ¿el 10 argentino?

Solo el más iracundo crítico de Fito Páez puede negar que el argentino es una persona bastante talentosa. Lamentablemente el talento no es suficiente para ser un gran músico. Y es que el rosarino no ha sabido canalizar bien sus potencias (una gran habilidad para componer buenas melodías que a veces se estropean por una excesiva cursilería) ni corregir sus defectos (es un pésimo letrista y a veces tiene complejo de barítono).

Los primeros discos de Páez son ejercicios de aprendizaje, donde se demuestra a un artista prometedor, a pesar de que sus obras iniciales, en su conjunto, no sean satisfactorias. El gran músico Luis Alberto Spinetta no dudó en realizar con el entonces jovencísimo Páez el disco La, La, La (1986), un trabajo irregular que nos muestra a un Páez sorprendente, que llega incluso a opacar al maestro Spinetta con notables canciones como Instan-táneas o Parte del Aire. Pero ya desde estas instancias su punto débil era las letras de sus canciones, influenciadas por lecturas como las de Roberto Arlt, o el trabajo letrístico del mismo Spinetta. Sin embargo sus letras no dejan de ser enredadas, confusas y lo peor de todo: casi siempre dice poco o nada. Es tan desacertada su escritura que muy pocos han reparado su intención de trascender como letrista o, lo que es peor, como poeta. Aunque no siempre se equivoca y cuando está centrado es capaz de escribir cosas aceptables.

Algunos cuestionan la influencia que ejerce en su música los Beatles. Si bien es cierto que es deudora de los cuatro de Liverpool, esta no llega a ser excesiva ni a enterrar cualquier rasgo musical propio de Páez. Además esa no es su única ni más resaltante influencia: dos músicos que ejercen poderoso influjo en él son el ya mencionado Spinetta y Charly García. De alguna forma, su música es el resultado de la fusión del estilo de estos dos notables y opuestos músicos.

Hablemos del talento que tiene Páez de crear melodías adictivas aunque no siempre acertadas. Y es que el argentino a veces no controla esta capacidad y parece que sus composiciones se les van de las manos. ¿Por qué es tan espantosamente pretenciosa Nada del Mundo Real (Circo Beat, 1994), una canción destinada a ser imperecedera si es que Páez aquietaba sus ínfulas sinfónicas? ¿Por qué dura tanto Oh, nena (Naturaleza Sangre, 2003), cuya agradable melodía termina intoxicándonos al minuto y medio? Paéz llega a empalagar si es que nadie se lo impide.





Pero no seamos injustos. Páez ha hecho cosas buenas. No siempre se excede y a compuesto excelentes canciones. Por ejemplo, Bello Abril (Naturaleza Sangre), Circo Beat o Dos en la ciudad (Abre, 2000) son ejemplos de ello. Además ha logrado perpetrar algunos discos aceptables como Circo Beat, Naturaleza Sangre (ambos trabajos de 3 estrellas) y el excelente El amor después del amor (1992). En este último disco no están ausentes los defectos de Páez –que están algo controladas- pero están eclipsados por las inspiradísimas composiciones musicales que marca a casi todas las canciones del disco. Es un disco impresionante de principio a fin. Solo con este disco se le puede defender a una carrera con más bajos que altos (creo que Páez llegó a fondo con el Rey Sol, un disco impresentable).

Epílogo: La dupla Sabina-Páez

En 1997 Sabina y Páez editaron Enemigos Íntimos, un disco irregular que tiene todos los defectos y virtudes señalados en ambos artistas. Se puede escuchar canciones notables como Yo me bajo en atocha o Más guapa que cualquiera o mamotretos como Tengo una mueñaca que regala besos.

Creo que queda claro que no considero genios ni artistas mediocres a ambos músicos. Dudo mucho que alcancen la cima que alguna vez ambos rasguñaron pero de todas formas estaré pendiente de sus próximos trabajos ya que, a pesar de todo, pueden regalarnos alguna canción memorable.

Caeiro


domingo, 9 de marzo de 2008

Estamos de regreso… con Brakhage

Después de unas cortas e involuntarias vacaciones volvemos con los post en este modesto blog. Pronto colgaremos los artículos prometidos, incluido el de Brakhage y su Dog Star Man, piedra de toque del cine experimental. Mientras, les dejamos un adelanto: Comingled Containers realizado por Brakhage en 1997.


lunes, 18 de febrero de 2008

El culo de Dios

Dios creando las plantas

Esta imagen, rondó mucho tiempo por mi cabeza generando un sinnúmero de conjeturas de su posible significado ya que no escuché a ninguno de los entendidos y expertos en pinturas algún análisis o comentario acerca de esta enigmática figura que se ubica en lo alto de la bóveda de la Capilla Sixtina, obra del genial hombre renacentista Miguel Angel que hizo por encargo del Papa Julio II.

En la bóveda, rodeada de pechinas y enjutas, se describen los episodios del génesis y en el que corresponde al tercer día, la creacion de las plantas, se ve a Dios de espaldas mostrando el culo. Que recuerde no hay otra pintura que muestre a Dios con el culo expuesto y mucho menos dentro una iglesia, lo que podría ofender a muchos fieles tan suceptibles a estos temas (hay que recordar los concilios posteriores a la recopilación de la Biblia donde se debatía la existencia del culo en los ángeles o si Jesucristo alguna vez defecó). Esto me causo mucha curiosidad y solo pude atribuir dicho acto a la ya famosa irascibilidad y misantropía de Miguel Angel. Asumí dicha pintura como aun acto de rebeldía oculta en un magno trabajo.

Craso error. Hace algunos viernes en el programa cultural La función de la palabra conducido por Marco Aurelio Denegri, este explicó que esta curiosa pintura evadida por muchos expertos y libros de arte que tocan el tema de la Capilla Sixtina en su tiempo no causaba escándalo alguno porque la desnudez de Dios en aquella pintura tenía un carácter apotropaico que servía para alejar la maleficencia.

Según la real academia de la Lengua española apotropaico es: Dicho de un rito, de un sacrificio, de una fórmula, etc.: Que, por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien. En el renacimiento, época en la que se realizó los frescos en la Capilla Sixtina, era común observar a las personas llevar consigo como amuletos, colgados del cuello o escondidos en los bolsillos, pequeños penes erectos forjados en metal. También en aquella época era de creencia común que mostrar el culo junto con otras acciones escatológicas alejaba el mal augurio, el mal de ojo, hechizos, etc.

Denegri añadió que estas prácticas apotropaicas se llevan a cabo en todas las culturas desde tiempos inmemoriales, y comentó, de entre muchas, una anécdota poco conocida del padre del protestantismo Martín Lutero. En uno de sus escritos narra sus enfrentamientos con los demonios que venían a perturbar sus sueños y momentos de reflección, a lo cual Lutero recostado en su cama se volteaba, se bajaba el pantalón, mostraba su culo y dándose palmazos en las nalgas exclamaba “ven demonio que esto te voy a dar”con lo cual alejaba a los espectros.

También señaló que estas prácticas se extendieron hasta nuestros tiempos y razón no le falta. Eso se nota de manera patente y clara con sus características mágicas en los lugares donde la mano alienizante de la civilizacón no llegó. Por ejemplo, en las provincias alto andinas para alejar el mal clima que amenaza con destruir los sembríos los campesinos se bajan los pantalones y se levantan las polleras y muestran el culo al cielo para despejarla, esto también ocurre en las peleas donde se muestra el culo acompañado de insultos relacionados con la mierda. En las grandes ciudades estas prácticas tambien se conservan pero ya perdieron su relación con lo mágico. Denegri afirma que los diarios sensacionalistas que exhiben a vedettes mostrando el culo en primera página posee este caracter, también podemos ver que mostrar el culo como una especie de broma o chanza es una práctica difundida, donde lo apotropaico esta transfigurado.

Marco Aurelio denegri es una de las mentes intelectuales más apreciadas y respetadas en el perú, especialista en una gran cantidad de temas como la crítica literaria, sexología, poligrafía, gramática, etc. Tiene a su cargo un programa, único en su especie, en Televisión Nacional del Perú que se llama, como lo hemos dicho antes, La función de la palabra, que se transmite, lamentablemente, una vez por semana, los dias viernes a las 11:30 de la noche. Desde este humilde espacio invito a sintonizar este programa en donde se habla de todo un poco de manera oportuna e inteligente. Es una rareza entre tanta telebasura.
El amante menguante

lunes, 4 de febrero de 2008

Libro recomendado: Pensar el cine


Hace unos años asistí a un coloquio en la Universidad Católica llamada Cine y Filosofía organizada, si mi memoria no me falla, por la Facultad de Humanidades de dicha casa de estudios. Salvo por una ponencia del profesor Luis Bacigalupo (que hizo un análisis comparativo entre el trabajo que hizo San Agustín sobre la memoria y cómo concibe y presenta el cine esta facultad, para el que usó como ejemplo la película Amarcord) la experiencia de esos tres días de charlas no pudo ser más decepcionante. Y es que a estas alturas escuchar conclusiones, que fue las que escuché reiteradamente en este triste coloquio, como que el cine no es arte menor resulta casi un insulto a la inteligencia. Tuve la impresión que estos intelectuales no habían leído a Bergson, Eisenstein, Bazin, Delleuze o Metz, autores ineludibles si se quiere hablar del cine con seriedad. Estoy casi convencido de que no oí el nombre de estos intelectuales en los tres días de coloquio.

¡Qué diferencia con el seminario organizado por el Centro Cultural Rector Ricardo Rojas dependiente de la Universidad de Buenos Aires en Argentina! Esta actividad llamada Cine y Filosofía y Pensar el cine quedó registrada por el libro Pensar el cine que consta en dos volúmenes, el primero llamado Imagen, ética y filosofía y el segundo Cuerpo, temporalidad y nuevas tecnologías. Aquí les trascribo parte un párrafo de la ponencia del pensador francés Alan Badiou, un ilustre invitado del coloquio, llamada El cine como experimentación filosófica y que se encuentra en el volumen 1:

“Vamos a hablar de cine y de filosofía. Quisiera empezar diciendo lo siguiente: el cine mantiene relaciones muy particulares con la filosofía. Me parece que podemos decir que el cine es una experiencia filosófica. Entonces tenemos dos problemas. En primer lugar, como la filosofía mira al cine y, en segundo, como el cine transforma la filosofía. No es una relación de conocimiento: no se trata de decir que la filosofía reflexiona sobre el cine y que lo conoce. Es una relación viva, concreta; es una relación de transformación. El cine transforma la filosofía, es decir, que el cine transforma la noción misma de idea. En el fondo, el cine es la creación de nuevas ideas sobre lo que es una idea.” Este extracto supera en calidad a todo el coloquio organizado por la Universidad Católica. Y no estamos haciendo una comparación injusta: no se trata de un seminario realizada por una universidad europea sino sudamericana. Esperamos pues, que en el futuro, la Universidad Católica trate con seriedad sus actividades culturales.

El libro es del 2004 y la editorial es Ediciones Manantial. Ambos volúmenes se pueden encontrar en las librerías de la capital. Pensar el cine es un libro estimulante y enriquecedor, tanto para los interesados en el cine y la filosofía. Hay puntos de vistas novedosos, valiosos aportes al estudio cinematográfico y relecturas a Delleuze y Metz, entre otros. En el libro también hay textos de M.C. Rodríguez, Eduardo A. Russo, Harun Farocki (notable documentalista checo), Vilém Flusser, Jacques Rancière, Gustavo Aprea, Eduardo Grüner, etc. Les recomiendo que lean este libro, en especial a los expositores de aquel infame coloquio, para que no hagan papelones en el futuro.

Caeiro

jueves, 31 de enero de 2008

Band of Horses - "Cease to begin" (2007)


En estos días pude escuchar recién el último disco de Band of Horses, grupo de Seatle que el año 2006 publicó su primer trabajo, el notable Everything all the time. A pesar de su auspicioso debut no esperaba que Cease to begin me conmoviera como lo hizo tras escuchar sus 35 minutos de emotiva música. De hecho se trata de uno de los mejores discos editados el año pasado.

Para los que no los conocen, Band of Horses es una banda de folk rock y alt country conformada por Ben Bridwell (guitarra y voz), Rob Hampton (bajo) y Creighton Barrett (batería). Después de haber cosechado excelentes críticas por su ópera prima, los norteamericanos nos abruman con esta joya que a todas luces supera su debut.

Algunos pueden reprochar que no aportan nada nuevo. No creo que la experimentación o la novedad sean requisitos indispensables para crear música de gran calidad. Y es que Band of Horses no necesita de retoques o arreglos extravagantes para maquillar sus canciones, como otros grupos, ya que sus temas no lo necesitan. En su simpleza radica la grandeza de este grupo.

Cease to begin no es una continuación de Everything... En su último disco predomina el medio tiempo, la calma, el reposo, aunque haya dos temas notables (Is There a Ghost y Cigarettes, Wedding Bands) un poco furibundos. Quizá haya sido innecesario el track de respiro que es Lamb on the Lam (In the City) (de apenas 50 segundos) debido a la escasa duración del disco, pero no menoscaba la gran obra perpetrada por este grupo. En resumen, un excelente disco que confirma la calidad de esta notable banda de caballos.

Cease to begin

1.Is There a Ghost
2.Ode to LRC
3.No One’s Gonna Love You
4.Detlef Schrempf
5.The General Specific
6.Lamb on the Lam (In the City)
7.Islands on the Coast
8.Marry Song
9.Cigarettes, Wedding Bands
10.Window Blues

Caeiro