sábado, 29 de marzo de 2008

Libro Recomendado: "El Empalador"


Como buen hijo de Caín debo recomendar este relato publicado el año pasado por el novel escritor peruano Glauconar Yue. Y no solo por la calidad que desprenden cada una de las hojas de este fascinante libro, sino porque el joven autor (no supera los 23 años) apuesta por un género poco transitado en las letras latinoamericanas: el género de terror. Como él mismo sostiene, su obra solo puede estar emparentada por el trabajo de dos autores de estas regiones: el peruano Clemente Palma (que cultivó la ciencia ficción y el terror a principios de siglo) y el uruguayo Horacio Quiroga.

Dueño de una poderosa y perturbadora prosa, Yue en su ópera prima retrata nada menos que a Vlad Basarab III, el personaje que sirvió de modelo a Bram Stoker para crear al inmortal personaje de Drácula. Pero si bien Yue es respetuoso del mito creado por Stoker (que ha sido llevado al cine en muchas oportunidades creando una mitología que sigue vigente hasta nuestros días), reinventa a Vlad de forma acertada en su libro, lo cual es un gran logro. Pero, ¿cómo lo consiguió?

Yue humaniza a Vlad pero sin llegar al extremo realista o naturalista que impida que sea verosímil el hecho fantástico que acontece en el libro y que es un giro de tuerca con respecto al libro original. El vampirismo deja su lugar a una conspiración macabra que incluye a la enigmática Lilith (la segunda mujer en la tierra según los evangelios apócrifos) y al mismísimo Caín. Pero no adelantaremos más para no estropear la lectura a aquéllos que todavía no conocen el libro.

Este nuevo retrato funciona además porque Yue logra una atinada prosa que no cae en los arcaísmos ni en el lenguaje moderno. Por ejemplo podemos leer en el logrado inicio de la nouvelle: Los cascos del caballo resonaban sordamente sobre el camino de la tierra. A sus dos lados, el bosque pasaba de largo, espeso y oscuro en la fría noche. Sus elevadas ramas apenas dejaban pasar la blanca luz de la luna llena que penaba entre las azuladas nubes. Y cada cien metros, a modo de hito, se erguía una alta y aguda estaca de madera. En su punta, cada una de ellas tenía colgado un cuerpo humano atravesado por completo.

El universo ficcional de la novela también es otro de los puntos destacables de El Empalador, ya que mezcla episodios históricos que no están lejanos de los hechos terroríficos que plantea la figura mítica de Vlad (por ejemplo, es muy lograda la alusión a la famosa Condesa Sangriente). Quizá la única objeción que pueda hacer a su autor es la caricaturización de la primera esposa de Vlad, que comparte con él su sadismo. Le escuchamos decir frases tan trilladas como: No está demás ejecutar a un impertinente. Además, ya hace un mes que no lo hacemos. No deberíamos perder la costumbre.

En resumen, El Empalador es un notable ejercicio literario de terror que recomiendo con entusiasmo. Esperamos con ansias el próximo trabajo de su autor que espero que se encuentre en las misma coordenadas de su primera obra.

Caeiro


El joven y prometedor Glauconar Yue

domingo, 23 de marzo de 2008

Algunas razones para comer carne


Soy una persona que consume muy a menudo carne y no tengo ningún tipo de remordimiento por ello. Tengo motivos para pensar que no cometo una barbaridad al asimilar otros animales a mi organismo. A pesar de ello respeto la posición de aquéllos que por religión o ideología se abstienen de la carne. Sin embargo, no deja de irritarme a veces la posición de algunos veganistas intolerantes cuyo radicalismo se asemeja al nocivo fundamentalismo religioso. A continuación expongo mis motivos para comer carne.
1) Algunos veganistas afirman que los consumidores de carne somos asesinos ya que nuestra costumbre aniquila a seres vivos. Bueno, que yo sepa ellos también acaban con seres vivos, pues ¿qué son las plantas? ¿Son acaso seres inanimados? Creo que ellos confunden el derecho a la vida con el derecho a no padecer sufrimiento. El derecho a la vida no puede ser aplicado a todas las especies vivas del planeta ya que eso implicaría la extinción de la raza humana. En cambio sí puede ser admitido el derecho a no sufrir, entonces la posición de veganistas o vegetarianos reclacitrantes tendría más sentido. Y de ser así, una muerte indolora para los animales puede ser la solución para que el consumo de carne esté justificado.
2) Coetze dice que no consume animales porque el tipo de vida que el hombre les depara (al apiñarlos en granjas, maltratarlos, etc.) es similar al que los nazis acometieron a los judíos. Esta afirmación es cierta a medias. No soy un ciego, de modo que no ignoro que los animales que son criados de forma industrial son víctimas de algunos maltratos, pero también me parece ingenuo creer que todo lo que es vejatorio para el hombre lo sea necesariamente para los animales. Por ejemplo, en una granja de cerdos en Estados Unidos, estos animales eran tratados en buenas condiciones de tal forma que los puercos gozaban de buena salud y buen humor, a pesar de no contar con un enorme espacio. Además hay que tomar en cuenta que la industrialización de la crianza animal ha hecho que las especies animales elegidas para este proceso sean las más exitosas, es decir que cumplen a cabalidad los fines de la naturaleza que es multiplicarse. Eso se traduce en un ejemplo: unas cabras se desmayaban sin razón aparente, hasta que se descubrió que era una forma de que su dependencia del hombre sea mayor. Su carrera evolutiva ve como beneficiosa su asociación con el hombre.
3) Negar el aspecto cruel y violento del hombre es absurdo. Está en nuestra naturaleza serlo y debemos buscar canales de evacuar esa flanco destructivo de tal forma que no dañe nuestras sociedades. Creo que en cierta forma que el consumo de carne es un acto simbólico de esa crueldad arcaica que se manifiesta en la eliminación de otro ser vivo. Cada vez que nos alejamos del estado natural, la espacie humana es más propensa a sufrir neurosis o males mentales, pero se trata de un recorrido que no podemos dejar de andar. Uno de los actos que nos mantiene en contacto con el hombre natural es el consumo de carne. Creo que los monjes budistas o hinduistas que rechazan la carne se acercan más a una idea de divinidad que los aleja de la humanidad (que está intimimente ligada a su idea de rechazar el mundo fenomenológico); esta opción, obviamente no puede ser aplicado para todos los seres humanos.
En fin, a pesar de que estoy a favor del consumo de carne, creo que es condenable el padecimiento o sufrimiento que se le provoca a los animales en la mala crianza. Se debe buscar formas para que su vida sea apacible y su muerte lo más rápida e indolora posible. Pero un mundo donde todas las especies vivas coexistan en armonía es irrealizable y creo que el hombre debe manifestar su dominio de forma ejemplar.
Caeiro

martes, 11 de marzo de 2008

Sabina y Páez: ¿Genios o farsantes?

Los admiradores de Joaquín Sabina sostienen que el español es un as con la pluma y un artista entrañable, como lo es, aunque de distinta forma, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Los fanáticos de Fito Páez creen que el argentino es un superdotado, capaz de crear melodías contagiosas y eternas. En cambio los detractores de ambos no le reconocen casi ningún mérito: los que odian a Sabina dicen que es un canalla que con las justas puede cantar y los detractores de Páez afirman que sus canciones son edulcoradas y que son mala copia de los Beatles. A continuación nuestra postura sobre ambos.


Sabina: ¿el nuevo Quevedo?

En el Perú, Sabina tiene un buen prestigio, en gran medida por su amistad y respaldo por parte de la elite intelectual limeña que lo aprecia como uno más del grupo. Creo que esa valoración, hasta cierto grado, es excesiva y se debe más a la formación literaria del español, su amor hacia Lima y a las simpatías que provoca su vida bohemia que es retratada en sus composiciones.


Pero no hay que ser mezquinos: el español es hábil en articular palabras y componer rimas. Es de aquellas personas que al abrir la boca sueltan una frase ingeniosa que puede ser incluidas en un libro de colección. Pero tampoco hay que exagerar: no es el mejor letrista que haya dado el rock (algunos dirán que la música de Sabina no es rock, yo creo que sí) y a veces su intento por ser siempre ingenio socava sus composiciones musicales. Últimamente está cometiendo el error que antes bien supo evitar: no tomar en serio su vena poética. Si bien dijimos que era astuto con las palabras no tomaba con solemnidad esta habilidad. Eso lo hacía un letrista aceptable incluso carismático. Pero ahora parece que sí se toma en serio esta faceta y eso no hace más que delatar sus límites. Esta tendencia empieza desde el alabado disco 19 días y 500 noches (2000), que es para mi gusto el comienzo del deterioro musical de Sabina. Al año siguiente publicaría el poemario Ciento Volando de Catorce, que aunque aún sigue siendo socarrón es un intento de alcanzar prestigio. Este libro es fallido y muy por debajo de las mejores letras de sus canciones. Hay que admitirlo: Sabina no es el Quevedo de estos años y es mejor que mantenga ese vuelo menor que tan bien le queda. Y en esta afirmación no hay menosprecio.



El lado musical de Sabina es un punto que muchos de sus fanáticos eluden o no toman importancia. ¿Acaso lo que hace Sabina no es música? Eso debería ser lo más importante y por lo que se le debe juzgar al músico español. Creo que Sabina carece de técnica vocal y musical. Obviamente eso no es impedimento para que cante bien y haga buena música. Su voz no me disgusta y me parece aceptable, aunque no llega a tener la personalidad de Bob Dylan (de hoy en día) o Tom Waits, que serían los músicos cuyo registro de voz se le acercan. Su música me parece que es rudimentaria y casi básica. Sabina toma prestado géneros como el flamenco, las rancheras, el blues, etc., pero lo hace en un nivel bastante primario. En varios músicos esto sería lapidario, en cambio Sabina se las arregla, en sus mejores discos, para salir bien parado. Y es que la falta de pretensión de Sabina hace que sus melodías, primarias sí pero cumplidoras, sean aceptadas y aunadas con su letra mordaz se vuelvan canciones sorprendentes, algunas veces notables. A la orilla de la chimenea y Siete crisantemos son, por ejemplo, extraordinarias canciones, quizás los mejores logros artísticos del español.

Sus mejores discos en mi opinión son Física y Química y Esta boca es mía, este último quizá su mejor trabajo. Estos trabajos resumen las virtudes del español que lo lleva hasta el límite. Lamentablemente en sus discos posteriores trato de superar su cima y allí empezaron los problemas. La obra total de Sabina me parece regular, con dos discos estupendos y algunos deleznables.







Páez: ¿el 10 argentino?

Solo el más iracundo crítico de Fito Páez puede negar que el argentino es una persona bastante talentosa. Lamentablemente el talento no es suficiente para ser un gran músico. Y es que el rosarino no ha sabido canalizar bien sus potencias (una gran habilidad para componer buenas melodías que a veces se estropean por una excesiva cursilería) ni corregir sus defectos (es un pésimo letrista y a veces tiene complejo de barítono).

Los primeros discos de Páez son ejercicios de aprendizaje, donde se demuestra a un artista prometedor, a pesar de que sus obras iniciales, en su conjunto, no sean satisfactorias. El gran músico Luis Alberto Spinetta no dudó en realizar con el entonces jovencísimo Páez el disco La, La, La (1986), un trabajo irregular que nos muestra a un Páez sorprendente, que llega incluso a opacar al maestro Spinetta con notables canciones como Instan-táneas o Parte del Aire. Pero ya desde estas instancias su punto débil era las letras de sus canciones, influenciadas por lecturas como las de Roberto Arlt, o el trabajo letrístico del mismo Spinetta. Sin embargo sus letras no dejan de ser enredadas, confusas y lo peor de todo: casi siempre dice poco o nada. Es tan desacertada su escritura que muy pocos han reparado su intención de trascender como letrista o, lo que es peor, como poeta. Aunque no siempre se equivoca y cuando está centrado es capaz de escribir cosas aceptables.

Algunos cuestionan la influencia que ejerce en su música los Beatles. Si bien es cierto que es deudora de los cuatro de Liverpool, esta no llega a ser excesiva ni a enterrar cualquier rasgo musical propio de Páez. Además esa no es su única ni más resaltante influencia: dos músicos que ejercen poderoso influjo en él son el ya mencionado Spinetta y Charly García. De alguna forma, su música es el resultado de la fusión del estilo de estos dos notables y opuestos músicos.

Hablemos del talento que tiene Páez de crear melodías adictivas aunque no siempre acertadas. Y es que el argentino a veces no controla esta capacidad y parece que sus composiciones se les van de las manos. ¿Por qué es tan espantosamente pretenciosa Nada del Mundo Real (Circo Beat, 1994), una canción destinada a ser imperecedera si es que Páez aquietaba sus ínfulas sinfónicas? ¿Por qué dura tanto Oh, nena (Naturaleza Sangre, 2003), cuya agradable melodía termina intoxicándonos al minuto y medio? Paéz llega a empalagar si es que nadie se lo impide.





Pero no seamos injustos. Páez ha hecho cosas buenas. No siempre se excede y a compuesto excelentes canciones. Por ejemplo, Bello Abril (Naturaleza Sangre), Circo Beat o Dos en la ciudad (Abre, 2000) son ejemplos de ello. Además ha logrado perpetrar algunos discos aceptables como Circo Beat, Naturaleza Sangre (ambos trabajos de 3 estrellas) y el excelente El amor después del amor (1992). En este último disco no están ausentes los defectos de Páez –que están algo controladas- pero están eclipsados por las inspiradísimas composiciones musicales que marca a casi todas las canciones del disco. Es un disco impresionante de principio a fin. Solo con este disco se le puede defender a una carrera con más bajos que altos (creo que Páez llegó a fondo con el Rey Sol, un disco impresentable).

Epílogo: La dupla Sabina-Páez

En 1997 Sabina y Páez editaron Enemigos Íntimos, un disco irregular que tiene todos los defectos y virtudes señalados en ambos artistas. Se puede escuchar canciones notables como Yo me bajo en atocha o Más guapa que cualquiera o mamotretos como Tengo una mueñaca que regala besos.

Creo que queda claro que no considero genios ni artistas mediocres a ambos músicos. Dudo mucho que alcancen la cima que alguna vez ambos rasguñaron pero de todas formas estaré pendiente de sus próximos trabajos ya que, a pesar de todo, pueden regalarnos alguna canción memorable.

Caeiro


domingo, 9 de marzo de 2008

Estamos de regreso… con Brakhage

Después de unas cortas e involuntarias vacaciones volvemos con los post en este modesto blog. Pronto colgaremos los artículos prometidos, incluido el de Brakhage y su Dog Star Man, piedra de toque del cine experimental. Mientras, les dejamos un adelanto: Comingled Containers realizado por Brakhage en 1997.