Hace pocos días se presentó el poemario Blanco es el sueño de la noche, el ultimo libro de la poeta peruana Lena Retamoso. Después de cinco años de silencio podemos afirmar que la voz de Retamoso toma más cuerpo aunque toma cierta distancia de Milagros de Ausencia, su anterior poemario.
En su ópera prima, Lena Retamoso se distinguía por un erotismo fino, sutil e inocente, propio de aquel que descubre su sexualidad. También estaba la visión de alguien atada a la materia que buscaba trascender las formas corpóreas para asir instantes inefables y reveladores presentes en el arte (el cine y la literatura, por ejemplo), el tiempo, la naturaleza y las mismas personas. Ahora Retamoso, si bien no cesa en su búsqueda, sabe que los hallazgos y encuentros no son milagros que deparan pureza o tranquilidad, sino que estos pueden ser tan espantosos y agobiantes como la realidad más áspera. Encuentros con bichos en la cama, bestias desdentadas la locura, la anomalía forma parte de sus nuevos encuentros. Retamoso escribe: en cualquier momento/ me encontré cavilando frente a un estanque/ en el asiento más desolado de un tren/ o tal vez meditando antes de dar el gran paso de mi vida (Mariposa Nocturna). Su búsqueda es la búsqueda del hombre que está condenado a ser como lo ejemplifica la cita que hace Retamoso de Borges: "¿Qué es el insomnio? ... es el horror de ser y seguir siendo, es el alba dudosa". Para Retamoso el hombre es un animal insomne.
Blanco es el sueño de la noche es un poemario más pretencioso que el anterior: está dividido en seis partes: Blanco, Sueño, Locura, Anomalía, Noche y Blanco. Es un viaje que termina en el lugar de partida pero que deja al viajante una experiencia que no le permite regresar como era antes. Además tiene un inusual ¿prólogo? del reconocido académico Jorge Wiesse titulado Despojos de la diosa ambarina (Diccionario mínimo), que rivaliza en calidad poética con la autora, aunque quizá peque por eso mismo. Por otro lado, la autora utiliza el espacio que le proporciona la hoja para mover la palabra escrita como fichas de dominó más que logrados ejercicios de complementación visual como lo hacía Apollinaire o Eielson (ambos muy conectados con las artes plásticas). No era necesario jugar con la disposición de las palabras porque la poesía de Retamoso no lo necesita y al final el acabado queda como ejercicios onanistas y autocomplacientes. Pero este error (quizá debido a la juventud de la poeta) no menoscaba un libro complejo y visceral al mismo tiempo, que nos regala en cada página, en el peor de los casos, algunos versos memorables como: blanca la piel que descubre al horizonte abandonarse en sus contornos/ blanco el grito de Narciso frente al espejo/ blanco el día en que tu cuerpo/ hace de mis espinas un racimo de flores/ blanco el deseo que al amante su voluntad lacera/blanca su impaciencia de ola tras ola/ blanca la distancia entre la tierra/ y los magos que pueblan el cansancio de sus pies en el cielo.
Este poemario confirma el talento de Lena Retamozo y esperemos que llegue a su madurez poética para esperar obras maestras.
Caeiro
Nota: Les trascribo en su totalidad un poema de Retamoso que rinde tributo a Federico García Lorca y su extraordinario Diván del Tamarit.
Casida del sultán
sultán
como extraño tu olor a agitación de niño
a chubasco perdido entre explosión de orquídeas
extiende tus manos sultán y que yo pueda emerger de la manta que te eleva
devuélvele al sol el ardor con que tu deseo suele arremolinarme
cava el espacio entre mi olvido y tu extasiada rendición
con diligencia ciega empárate al manar infinito de las hormigas
mana en mi decisión de alejarme de ti
hasta que la distancia caigan las fronteras como gajos de lepra
mana en el tiempo
que los segundos salgan enardecidos de sus celdas y se estremezcan
en el escarpado sendero que horada todo vivir vano
dulce duende
sultán de sueños
atropella mi llanto con tu látigo
que mis lágrimas se crispen y pueda embellecer tu sombra con su húmedo clamor
y las aceras erguir como interminables alientos exhaustos
abandónate
envuelve tu carencia con la fragua mustia que anida la neblina
y sienta al olvido en tus entrañas
como una vez también
sin previo aviso
me aposentara yo
sultán empieza mi destrucción desde el instante en que posees mis pies
en que tu beso los cobija dentro de su mezquita de lenguas supremas
tus prendas diamantadas me acarician con la felicidad de los colores en las velas
con el gemir de innumerables cuculíes sin sueño
sultán
desde esta ventana
con las manos en el pozo del llanto
y los pies entumecidos en la morada de tus últimas huellas
he de permanecer
hasta que en los bordes de mi lengua infértil vea surgir tu marea
tu saliva de barca
la bruma que corre inadvertida en la osamenta de los lápices
la tinta
esparciéndose
en la palabra