martes, 11 de marzo de 2008

Sabina y Páez: ¿Genios o farsantes?

Los admiradores de Joaquín Sabina sostienen que el español es un as con la pluma y un artista entrañable, como lo es, aunque de distinta forma, el escritor peruano Alfredo Bryce Echenique. Los fanáticos de Fito Páez creen que el argentino es un superdotado, capaz de crear melodías contagiosas y eternas. En cambio los detractores de ambos no le reconocen casi ningún mérito: los que odian a Sabina dicen que es un canalla que con las justas puede cantar y los detractores de Páez afirman que sus canciones son edulcoradas y que son mala copia de los Beatles. A continuación nuestra postura sobre ambos.


Sabina: ¿el nuevo Quevedo?

En el Perú, Sabina tiene un buen prestigio, en gran medida por su amistad y respaldo por parte de la elite intelectual limeña que lo aprecia como uno más del grupo. Creo que esa valoración, hasta cierto grado, es excesiva y se debe más a la formación literaria del español, su amor hacia Lima y a las simpatías que provoca su vida bohemia que es retratada en sus composiciones.


Pero no hay que ser mezquinos: el español es hábil en articular palabras y componer rimas. Es de aquellas personas que al abrir la boca sueltan una frase ingeniosa que puede ser incluidas en un libro de colección. Pero tampoco hay que exagerar: no es el mejor letrista que haya dado el rock (algunos dirán que la música de Sabina no es rock, yo creo que sí) y a veces su intento por ser siempre ingenio socava sus composiciones musicales. Últimamente está cometiendo el error que antes bien supo evitar: no tomar en serio su vena poética. Si bien dijimos que era astuto con las palabras no tomaba con solemnidad esta habilidad. Eso lo hacía un letrista aceptable incluso carismático. Pero ahora parece que sí se toma en serio esta faceta y eso no hace más que delatar sus límites. Esta tendencia empieza desde el alabado disco 19 días y 500 noches (2000), que es para mi gusto el comienzo del deterioro musical de Sabina. Al año siguiente publicaría el poemario Ciento Volando de Catorce, que aunque aún sigue siendo socarrón es un intento de alcanzar prestigio. Este libro es fallido y muy por debajo de las mejores letras de sus canciones. Hay que admitirlo: Sabina no es el Quevedo de estos años y es mejor que mantenga ese vuelo menor que tan bien le queda. Y en esta afirmación no hay menosprecio.



El lado musical de Sabina es un punto que muchos de sus fanáticos eluden o no toman importancia. ¿Acaso lo que hace Sabina no es música? Eso debería ser lo más importante y por lo que se le debe juzgar al músico español. Creo que Sabina carece de técnica vocal y musical. Obviamente eso no es impedimento para que cante bien y haga buena música. Su voz no me disgusta y me parece aceptable, aunque no llega a tener la personalidad de Bob Dylan (de hoy en día) o Tom Waits, que serían los músicos cuyo registro de voz se le acercan. Su música me parece que es rudimentaria y casi básica. Sabina toma prestado géneros como el flamenco, las rancheras, el blues, etc., pero lo hace en un nivel bastante primario. En varios músicos esto sería lapidario, en cambio Sabina se las arregla, en sus mejores discos, para salir bien parado. Y es que la falta de pretensión de Sabina hace que sus melodías, primarias sí pero cumplidoras, sean aceptadas y aunadas con su letra mordaz se vuelvan canciones sorprendentes, algunas veces notables. A la orilla de la chimenea y Siete crisantemos son, por ejemplo, extraordinarias canciones, quizás los mejores logros artísticos del español.

Sus mejores discos en mi opinión son Física y Química y Esta boca es mía, este último quizá su mejor trabajo. Estos trabajos resumen las virtudes del español que lo lleva hasta el límite. Lamentablemente en sus discos posteriores trato de superar su cima y allí empezaron los problemas. La obra total de Sabina me parece regular, con dos discos estupendos y algunos deleznables.







Páez: ¿el 10 argentino?

Solo el más iracundo crítico de Fito Páez puede negar que el argentino es una persona bastante talentosa. Lamentablemente el talento no es suficiente para ser un gran músico. Y es que el rosarino no ha sabido canalizar bien sus potencias (una gran habilidad para componer buenas melodías que a veces se estropean por una excesiva cursilería) ni corregir sus defectos (es un pésimo letrista y a veces tiene complejo de barítono).

Los primeros discos de Páez son ejercicios de aprendizaje, donde se demuestra a un artista prometedor, a pesar de que sus obras iniciales, en su conjunto, no sean satisfactorias. El gran músico Luis Alberto Spinetta no dudó en realizar con el entonces jovencísimo Páez el disco La, La, La (1986), un trabajo irregular que nos muestra a un Páez sorprendente, que llega incluso a opacar al maestro Spinetta con notables canciones como Instan-táneas o Parte del Aire. Pero ya desde estas instancias su punto débil era las letras de sus canciones, influenciadas por lecturas como las de Roberto Arlt, o el trabajo letrístico del mismo Spinetta. Sin embargo sus letras no dejan de ser enredadas, confusas y lo peor de todo: casi siempre dice poco o nada. Es tan desacertada su escritura que muy pocos han reparado su intención de trascender como letrista o, lo que es peor, como poeta. Aunque no siempre se equivoca y cuando está centrado es capaz de escribir cosas aceptables.

Algunos cuestionan la influencia que ejerce en su música los Beatles. Si bien es cierto que es deudora de los cuatro de Liverpool, esta no llega a ser excesiva ni a enterrar cualquier rasgo musical propio de Páez. Además esa no es su única ni más resaltante influencia: dos músicos que ejercen poderoso influjo en él son el ya mencionado Spinetta y Charly García. De alguna forma, su música es el resultado de la fusión del estilo de estos dos notables y opuestos músicos.

Hablemos del talento que tiene Páez de crear melodías adictivas aunque no siempre acertadas. Y es que el argentino a veces no controla esta capacidad y parece que sus composiciones se les van de las manos. ¿Por qué es tan espantosamente pretenciosa Nada del Mundo Real (Circo Beat, 1994), una canción destinada a ser imperecedera si es que Páez aquietaba sus ínfulas sinfónicas? ¿Por qué dura tanto Oh, nena (Naturaleza Sangre, 2003), cuya agradable melodía termina intoxicándonos al minuto y medio? Paéz llega a empalagar si es que nadie se lo impide.





Pero no seamos injustos. Páez ha hecho cosas buenas. No siempre se excede y a compuesto excelentes canciones. Por ejemplo, Bello Abril (Naturaleza Sangre), Circo Beat o Dos en la ciudad (Abre, 2000) son ejemplos de ello. Además ha logrado perpetrar algunos discos aceptables como Circo Beat, Naturaleza Sangre (ambos trabajos de 3 estrellas) y el excelente El amor después del amor (1992). En este último disco no están ausentes los defectos de Páez –que están algo controladas- pero están eclipsados por las inspiradísimas composiciones musicales que marca a casi todas las canciones del disco. Es un disco impresionante de principio a fin. Solo con este disco se le puede defender a una carrera con más bajos que altos (creo que Páez llegó a fondo con el Rey Sol, un disco impresentable).

Epílogo: La dupla Sabina-Páez

En 1997 Sabina y Páez editaron Enemigos Íntimos, un disco irregular que tiene todos los defectos y virtudes señalados en ambos artistas. Se puede escuchar canciones notables como Yo me bajo en atocha o Más guapa que cualquiera o mamotretos como Tengo una mueñaca que regala besos.

Creo que queda claro que no considero genios ni artistas mediocres a ambos músicos. Dudo mucho que alcancen la cima que alguna vez ambos rasguñaron pero de todas formas estaré pendiente de sus próximos trabajos ya que, a pesar de todo, pueden regalarnos alguna canción memorable.

Caeiro


4 comentarios:

Bardamu dijo...

Pues mira que a mí Sabina siempre se me ha recordado más a Cohen, sobre todo según va envejeciendo y por ese aire de viejos verdes que se les ha quedado a los dos. Es cierto que ha perdido frescura, para mi gusto, y que a veces parece una caricatura de sí mismo; pero también que no se puede separar al músico del personaje. Y no, no es Quevedo.
De Fito Paez poco puedo decir porque apenas le he seguido.

Felicidades por tu blog

calipsointenso dijo...

Hijos de Caín: Yo considero que la música es para sentirla,por lo menos en mi caso, sin embargo creo que son muy obketivos en sus análisis y comentarios y se agradece porque no me hubiese gustado que descalificaran a dois de mis grandes ídolos musicales. El Fito, me invita a volar y sus letras las siento, me identifican y me hacen viajar a distintos lugares.

Con Sabina, me enamoro hasta las patas. Créanme , a muchas mujeres nos gustaría tener un galán de esa altura, saben por qué??? porque él sabe cómo enamorar, aunque sea un puto, él sabe cómo sentimos y creo que es un seductor por naturaleza y eso es lo que a mí particularmente de él me encanta, porque despliega un dominio de sí fascinante.

A aambos los he visto actuar y cantar en vivo, y créanme que para mí es lo mejor estar ahí. De hecho, volveré a verlos cuantas veces pueda.

Me gustó su blog, creo que volveré,

Saludos!!!!

Myriam.

Anónimo dijo...

Tengo que decir que se nota tu bien disimulado odio a estoy artistas populares. Me atrevo a decir que no lo soportas puesto tu quieres pertecer a la escasa minoria a la q no le agradan estos artistas, y tus criticas estan basadas en opiniones muy personales y egoistas. Sí, etoy defendiendo a estos artis por que me parecen grandes musicos, pero tambien por que es injusta tu seudo critica hacia ellos.
Gracias

Yaxkin Psicoterapia dijo...

Muy buena tu crítica, creo que Martín está cegado por su fanatismo. Yo hubiera vapuleado más a Sabina ya que de ser fan suyo, cuando me di cuenta del trasfondo de sus canciones, me volví detractor de su falta de compasión real hacia la mujer, no las siente, las usa, carece de compromiso, es totalmente hedonista y alérgico a todo código ético. Disperso, quiere libertad pero para hacer lo que le venga en gana sin respetar mucho otras formas de pensar o de ser, yo al menos no dejaría que niños pequeños escucharan su música ya que considero que no maneja los valores más adecuados para una buena crianza... lo que me indica que si los niños no deberían escuchar a Sabina es porque no es ni el gran ejemplo, ni el mejor hombre sobre la faz de la tierra.